martes, marzo 13, 2007

ARCHIVO DE TIEMPO

Habito el mundo.
El manto pálido desde las estrellas.
El anonimato.
El héroe que ríe ocultando su dolor.
La última frase.
Un recuerdo caótico desvanecido entre sueño, imaginación o realidad.
La parábola de metal.
El croar de un instrumento de viento.
El capullo para procrear en paz.


Habito el mundo
y muero por la boca del pez.
Muero dictando las medidas
que alguna vez fueron ciertas.
Las medidas que antes de
cristalizar la noche, se
enterraron en la playa,
como un escondite de tiempo
que alguna sombra
no debería descubrir
ni violar.


La fuga es realidad perdida.
Un laberinto de voces que nada atentan con el resplandor de madrugada.
Un baño deletreado al revés.
Los resultados descompuestos de una redada infantil.
Y querer poblar el mundo de recursos infinitos.
No es sólo el amor lo que hace falta,
sino un leve suspiro para habitar la memoria del tiempo.


Hoy llueve en el mundo agotado.
Hoy luce inquieto
el titilar de una vela que, apagada,
retoma el mando de una equivocación acertada;
el delito de martillar las venas
evaporando la sangre,
se ríe con el último minuto
en que yacemos con vida,
antes de entrar al sueño
que corre los velos de agua
para darnos la mano
y guiarnos hacia el manto de madre-oscuridad,
cuyos cariños y susurros,
apenas duelen como espinas
cuando atrapamos al vuelo
otro esquivo mensaje de voces
que se cuelan en cada
porvenir.

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