Si esta noche, oculto,
estuviera sosteniendo un pálido encanto
con mis manos vivas, negras y abiertas;
bautizado con la sangre que me sobra,
al sol de tu sombra
y ablandara el acertijo, miel de espuma,
que se lee frente a la entrada del simulado tibio sepulcro,
una leve sonrisa en diagonal,
suspendida en el techo de un cielo que no veo,
llamaría al tiempo, culminaría con la ausencia,
penetraría en el diálogo conjunto
de alguien que ya no tiene voz…
y más tarde,
caminando entre cópulas de luciérnagas,
la mirada derretida puesta por ahí, por Dios,
lame el tiempo, orada la memoria,
toca, quizás, el corazón
y se disuelve entre un núcleo rojo que no tiene límite.
similitudes con el color que alguna vez soñé
oculto entre la arena.
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