martes, marzo 13, 2007

LAS VOCES MÁS CERCANAS DE LO QUE APARENTAN

Ahora miro la distancia de gloria.
Un punto dado como señal,
un centro intoxicado, lento y marchito
abalanzado sobre la planta de asombro
que mantiene a la piedra con la boca abierta,
a levedad.


La esquina no cruza su karma.
La esfinge saluda subrepticiamente
a un cúmulo de arena
azotando su espalda,
que no es más que un sol adolescente
derritiendo el tiempo con su poder de soledad.


Lentamente, como un himno entonado
en el sueño de un lago, las palabras empiezan
tejiendo y tejiendo una esa otra historia
que antes no se sabía,
debida precaución de vocales ortodoxas
y cumbres clavadas con óxidos perpetuos.


Ya la voz todo el poder para decir vida.
Ya por primera vez el margen depende
de la astucia para dejar palpitar el corazón.


Una. Dos. Otra vez.


Esa oportunidad se desliza
entre las lánguidas aguas
que van corriendo,
letanía de fuego y ojos abiertos,
letanía de cruz,
y un nuevo comienzo
comiendo camino,
o retrocediendo
para empezar con un verso.


Ahora, con la niebla en redes,
se avizora digitalmente
cada poste de nacimiento,
luz y paz desde una opacidad de júbilo,
tierra alta, magma preciosa,
juego de trascendencia con vuelo inmediato
y repaso de números agitantes
que susurran secretos a un oído estrecho
que aún no deja de palpitar calma.


Uno a uno.
Oportunidad.
Sale desde la punta del iceberg.
Retrasando el aullido.
Para amonestar.
Con voz propia.
La siguiente salida.
De una ternura amarilla.
Apta.
Para consumir sin permiso.


En el puente, lo que luce inquieto a perpetuidad,
Ensimismado y místico, o rojo,
Sueña un ritmo que de ser real,
Luz equivocada
Luz equivocada
Luz inapropiada.

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