jueves, marzo 15, 2007

MARCELA

Abro los ojos y el color del cielo, gris y estático
pronto es una noche parcela en mi corazón de humo.


Lato de prisa, olvidando fragmentos derramados
en un vaso sucio que aún flota en una memoria de rencor.


Olvido el mote con que debo entrar al cielo.
Mi única sonrisa es esta noche pura que ha
trasegado por otros rincones y ya empieza a olvidar
lo siguiente, lo más próximo y necesario.


Con la voz congelada, frío decibel,
colgada en un proceso lento,
tan áspero como la fruta que ahora muerdo,
mi piel domina toda la tortura que suelto
desde que empiezo a respirar en la mañana.


El sol solo no basta para colapsar mi nefasta marca
que aún se digna, entregada, a incluir su firma frente al espejo.
Así que me alejo, camino de sombras,
entregando mi cuerpo a un sector brillante que tiene la
suficiente magia para desatar una risa, otra risa, que
por si acaso, nunca fue necesaria.

No hay comentarios.: