jueves, marzo 15, 2007

MACHACADOR DE CUERPOS

Tengo el efecto perpetuo.
El efecto contrario.
La aguja incrustada.
La lengua por fuera.
La punta de un lapicero clavada entre mis cejas.
La noche en mis axilas recién afeitadas.
El instante de luz que cae tan pronto el telón cierra sus ojos.
La fuga o el arte de evadir.
La voz desnuda, perpetuada a millones de años luz.
El agónico llanto de una paloma verde.
La ventana sucia en mis anteojos azules.
La raíz del asunto.
La copia de una canción que no es mía.
El día que muerde sus propios puños cuando no le alcanza
El tiempo para comerse su ración de flores.
La bolsa o la vida.
La perpetuidad en una fotografía movida.
Lo clásico entre lo inútil.
Lo sutil debajo de la piel.
Lo acústico en el rave.
La nieve en Bocas de Ceniza.
Lo claro en la Catedral de Sal.
La voz taciturna de una puta que vio morir su turno,
y se despertó del sueño atravesada por lanzas de láser moradas.
¿El Maestro?
Dueños de nosotros mismos.
Haciendo historia a pedacitos.

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