Sin lucha
mi reconocimiento no existe.
Dios del cielo,
quejándote en silenciosas lápidas de fuego,
cuando con manos vacías
alteras principios
bendiciendo con gracia y brillo,
sólo momentos fugaces
a quien ha nacido para el amor.
Es mi propósito;
soy la luz prohibida,
al nacer tormenta.
tan fuerte…
tan fresco…
proclamándolo a los cuatro costados…
No hay comentarios.:
Publicar un comentario